EL DOCTOR ALBERT REYES

¿Por qué médico?

Nací en Súria (conoce un poco más mi pueblo natal haciendo clic aquí), un pequeño pueblo de la Catalunya central. Mi futuro iba encaminado al deporte. Practicaba el balonmano y a la edad de 16 años estuve a punto de fichar por las categorías inferiores de un equipo profesional, pero ese verano, sufrí un problema de salud importante que me mantuvo un año convaleciente. Durante ese año, me atendieron muchos sanitarios y me di cuenta de la gran labor que es poder ayudar a las personas ante la enfermedad. Una vez superado el proceso y dado que las ciencias eran una de mis asignaturas preferidas, decidí que mi futuro sería ayudar de la misma forma que lo hicieron conmigo, por eso decidí ser médico.

Foto Dr. Albert Reyes con bata blanca

Dr. Albert Reyes

Especialización

Estudié la carrera de medicina en la Universidad Autónoma de Barcelona. Desde ese momento y hasta la obtención del título compaginé mis estudios con el trabajo de celador en el Hospital de Manresa. Esta experiencia me dio la oportunidad de conocer el mundo de la sanidad desde distintos enfoques, entendiendo la labor de ayuda no sólo desde el ámbito puramente académico y la perspectiva del médico. Empaticé con todo tipo de personas, tanto profesionales como pacientes.

Durante la carrera creció mi interés por la cirugía. Me apasionó esa parte más técnica, ese trabajo más manual. Interpretaba la cirugía como un arte donde cada caso supone un reto diferente. Pero, por otro lado, no quería desviarme de una de las esencias del médico: ayudar mediante la palabra, escuchar, entender y serenar frente a la enfermedad. Es por ello que la especialidad de Ginecología y Obstetricia me ofrecía esa posibilidad.

Cuando obtuve mi plaza para especializarme en Obstetricia y Ginecología, tomé la decisión de trasladarme a Mallorca, al Hospital Universitario Son Llàtzer. Sabía que allí trabajaba un doctor referente en cirugía ginecológica, un auténtico pionero en el abordaje mínimamente invasivo. Bajo su tutela, no solo aprendí las técnicas fundamentales, sino que también descubrí una verdadera pasión por este campo.

Desde el principio, mi interés por la cirugía mínimamente invasiva no dejó de crecer. Tanto es así, que en mi segundo año de formación, junto con mi padre —mecánico tornero de profesión— construimos un simulador casero de laparoscopia al que bauticé como “Friki-Trainer”. Este proyecto, que comenzó como un desafío personal, llegó incluso a ser presentado en un congreso nacional de la especialidad.

Pasaba tardes y fines de semana practicando con él, enfrentándome a retos y juegos de destreza manual que yo mismo diseñaba. Gracias a estas horas de dedicación, logré desarrollar una habilidad clave en laparoscopia: la ambidiestralidad. Este «invento» fue mucho más que un proyecto; fue el punto de partida de una carrera guiada por la innovación y la pasión por superar los límites.

Conjunto de imágenes en las que el Dr. Albert Reyes está en quirófano.
Conjunto de imágenes en las que se puede ver al Dr. Reyes en una ponencia, con un grupo de personas en la India y en el quirófano.

Mi pasión

Al final de mi especialización tuve que formarme en oncología ginecológica (el abordaje de tumores del aparato reproductor) y desde ese momento tuve claro que ese campo era al que quería dedicarme. Por un lado, sus cirugías suponen un reto quirúrgico constante, son cirugías técnicamente muy exigentes. Pero, por otro lado, está el aspecto humano. Poder ayudar, primero mediante la palabra, el consuelo y la comprensión ante una enfermedad que pone verdaderamente en riesgo nuestra supervivencia.

Empecé a dedicarme con pasión a este campo ya en 2010. Quiso el destino que yo mismo aprendiera desde la perspectiva del propio paciente, pues en 2014 y a punto de ser padre de mi segundo hijo, me diagnosticaron un cáncer de tiroides (del que afortunadamente y gracias a mis compañeros de profesión he superado). La verdad es que agradezco que la vida me haya puesto a prueba de esta manera, ya que desde ese momento creo que comprendí cómo ayudar a mis pacientes, empatizar y entender los miedos e incertidumbres por los que el enfermo de cáncer se enfrenta.

Desde entonces, no he parado de formarme, con el único objetivo de poder ofrecer a mis pacientes la mejor ayuda posible.

El Dr. Reyes en los medios